jueves, 18 de octubre de 2012

El pueblo minereño despide al más querido de los símbolos de Unagro

Hombre de palabra, innegable carisma, la innata impronta del éxito, supo compartir su riqueza, su muerte prematura deja un vacío enorme, a los 55 años de edad, cuando todavía tenía mucho para dar a la humanidad.


Sentimientos de tristeza pero a la vez de gratitud han marcado el contexto con que el pueblo de Minero ha dado su último adiós a quien muchos consideran que fue el “rostro humano” de un imperio empresarial y económico –el de Unagro– cuyos cimientos se establecieron precisamente en nuestro municipio.
El Ing. Gustavo Barbery Paz falleció el lunes 15 de octubre a las 17:00 horas en la ciudad de San Pablo, Brasil, después de luchar durante diez meses contra el cáncer del estómago. Había nacido el 22 de abril de 1957 y su última actividad pública fue en su condición de Gobernador del Distrito País 4690 de Rotary Club International, función que venía desempeñando desde el 1 de julio de 2011 con entusiasmo y entrega. “Esta lucha contra el cáncer comienza el 18 de diciembre de 2011 cuando él viaja a Brasil; fue una larga batalla, pero él no dejó de luchar ni un solo día”, dicen sus allegados.
Hombre formado en las más prestigiosas escuelas de los Estados Unidos, con varios títulos en su currículum, incontables logros en el área empresarial, profesional marcado por el éxito, pero sobre todo, un hombre de palabra, un hombre desprendido. Así se podría resumir la personalidad y la trayectoria del Ing. Gustavo Barbery Paz. Quienes en vida lo conocieron lo recuerdan como un hombre siempre cordial y afable, que solía decir las palabras exactas y necesarias y que nunca decía no, y cuando no había otra opción que decir no, ese “no” sonaba a un sí que se dejaba para después, a una esperanza.
La familia Barbery Paz pudo construir un imperio económico a lo largo de cuatro décadas, pero es bajo el mando del Ing. Gustavo en que la corporación llega a ser lo que hoy es, con emprendimientos millonarios en diversos rubros de la economía, inversiones de alto vuelo, innovación tecnológica, récords impresionantes, lo que se traduce no solo en una producción a gran escala sino en la generación imparable de fuentes de trabajo. Por supuesto, la producción a gran escala genera también riqueza a gran escala. Sin embargo, dicen los que le conocieron que el Ing. Gustavo entendió bien la filosofía de que la riqueza, cuando es redistribuida, logra beneficios duraderos, y así es que cómo Unagro pone en acción eso que hoy se conoce como “responsabilidad social”, la cual, bajo el liderazgo del Ing. Gustavo se venía haciendo en varios frentes, incluso el ecológico.
Minero encuentra hoy muchas razones para sentir gratitud. Y es que prácticamente toda la economía local sigue girando en torno al ingenio azucarero. Mientras dura la zafra, hay movimiento. En los primeros meses del año el pueblo muere un poco. Igualmente los trabajadores fabriles tienen sobradas razones para sentirse satisfechos ya que gozan de mejores condiciones salariales y sociales que hace diez años, de modo que cada familia puede construir un hogar en torno a su fuente de trabajo en el ingenio.
Han sido además incontables las instituciones locales alcanzadas con la obra benéfica del Ing. Gustavo. Hay asimismo una gran cantidad de bachilleres que lo recuerdan con gratitud. Personas comunes y corrientes que de una u otra manera fueron alentadas a seguir adelante y que siempre encontraron una respuesta positiva a sus inquietudes, a sus propios sueños.
En la despedida final se pudo ver a gentes de todas las clases sociales, ricos y pobres, gente importante, gente común, personas de todas las edades, collas y cambas, así como ausencias a las que no vale la pena referirse.
El cuerpo del difunto, que había llegado a Minero el miércoles cerca del mediodía, estuvo expuesto durante seis horas en el ingenio azucarero para que los minereños pudieran velarlo. De allí, a las cinco de la tarde, partió la marcha fúnebre hacia el templo principal donde los hermanos capuchinos le rindieron homenaje con una misa, tras lo cual, en medio de aplausos, el féretro fue trasladado a la ciudad de Santa Cruz donde será su morada final.
“Yo recuerdo del funeral de su padre, pero el ingeniero Gustavo era un hombre bueno”, dice un vecino de 75 años de edad que vive en el barrio Santa Rosa. “Gustavo tenía la pasta de servir a la gente sin ningún tipo de interés mezquino, a Minero siempre le tendió la mano”, opina a su vez el comunicador social Ronald Bernal, quien asegura haber sido amigo personal del difunto, añadiendo que “se va a sentir mucho el vacío que deja”.
Por su parte el encargado de las relaciones externas de la Corporación Unagro, Lic. Miguel Montero, resume su sentir con estas palabras: “Gustavo tenía ese carisma de que cuando alguien terminaba de hablar con él, salía más optimista [para enfrentar la vida]. Gustavo nos deja un legado de trabajo, de fortaleza, de transparencia, de amor, de amistad”. El personero también expresa su gratitud por muestras de cariño y el afecto “de su Minero querido” manifestadas en el funeral del miércoles.
En la misa celebrada en su memoria en la Iglesia de San Isidro el sacerdote principal se ha emocionado al recordar “las cosas buenas” del Ing. Gustavo. “Aquí también está la mano de él”, dice en alusión a la construcción del nuevo templo católico, cuya edificación se hizo con donaciones de la familia Barbery Paz cuando el difunto era presidente de la Corporación Unagro. Fue quizás su mayor contribución social a esta comunidad.

A la izquierda, foto del 23/1/2010, día en que se estrena el nuevo templo y el Concejo entrega un 
reconocimiento al benefactor. A la derecha, hubo mujeres que tocaron el ataúd del Ing. Gustavo.

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