Sentimientos
de tristeza pero a la vez de gratitud han marcado el contexto con que el pueblo
de Minero ha dado su último adiós a quien muchos consideran que fue el “rostro
humano” de un imperio empresarial y económico –el de Unagro– cuyos cimientos se establecieron
precisamente en nuestro municipio.
El
Ing. Gustavo Barbery Paz falleció el lunes 15 de octubre a las 17:00 horas en
la ciudad de San Pablo, Brasil, después de luchar durante diez meses contra el
cáncer del estómago. Había nacido el 22 de abril de 1957 y su última actividad
pública fue en su condición de Gobernador del Distrito País 4690 de Rotary Club
International, función que venía desempeñando desde el 1 de julio de 2011 con
entusiasmo y entrega. “Esta lucha contra el cáncer comienza el 18 de diciembre
de 2011 cuando él viaja a Brasil; fue una larga batalla, pero él no dejó de
luchar ni un solo día”, dicen sus allegados.
Hombre
formado en las más prestigiosas escuelas de los Estados Unidos, con varios
títulos en su currículum, incontables logros en el área empresarial,
profesional marcado por el éxito, pero sobre todo, un hombre de palabra, un
hombre desprendido. Así se podría resumir la personalidad y la trayectoria del
Ing. Gustavo Barbery Paz. Quienes en vida lo conocieron lo recuerdan como un hombre
siempre cordial y afable, que solía decir las palabras exactas y necesarias y
que nunca decía no, y cuando no había otra opción que decir no, ese “no” sonaba a un sí que se dejaba para después, a una esperanza.
La
familia Barbery Paz pudo construir un imperio económico a lo largo de cuatro
décadas, pero es bajo el mando del Ing. Gustavo en que la corporación llega a
ser lo que hoy es, con emprendimientos millonarios en diversos rubros de la
economía, inversiones de alto vuelo, innovación tecnológica, récords
impresionantes, lo que se traduce no solo en una producción a gran escala sino
en la generación imparable de fuentes de trabajo. Por supuesto, la producción a
gran escala genera también riqueza a gran escala. Sin embargo, dicen los que le
conocieron que el Ing. Gustavo entendió bien la filosofía de que la riqueza,
cuando es redistribuida, logra beneficios duraderos, y así es que cómo Unagro
pone en acción eso que hoy se conoce como “responsabilidad social”, la cual,
bajo el liderazgo del Ing. Gustavo se venía haciendo en varios frentes, incluso
el ecológico.
Minero
encuentra hoy muchas razones para sentir gratitud. Y es que prácticamente toda
la economía local sigue girando en torno al ingenio azucarero. Mientras dura la
zafra, hay movimiento. En los primeros meses del año el pueblo muere un poco.
Igualmente los trabajadores fabriles tienen sobradas razones para sentirse
satisfechos ya que gozan de mejores condiciones salariales y sociales que hace
diez años, de modo que cada familia puede construir un hogar en torno a su
fuente de trabajo en el ingenio.
Han
sido además incontables las instituciones locales alcanzadas con la obra
benéfica del Ing. Gustavo. Hay asimismo una gran cantidad de bachilleres que lo
recuerdan con gratitud. Personas comunes y corrientes que de una u otra manera fueron
alentadas a seguir adelante y que siempre encontraron una respuesta positiva a
sus inquietudes, a sus propios sueños.
En
la despedida final se pudo ver a gentes de todas las clases sociales, ricos y
pobres, gente importante, gente común, personas de todas las edades, collas y
cambas, así como ausencias a las que no vale la pena referirse.
El
cuerpo del difunto, que había llegado a Minero el miércoles cerca del mediodía,
estuvo expuesto durante seis horas en el ingenio azucarero para que los
minereños pudieran velarlo. De allí, a las cinco de la tarde, partió la
marcha fúnebre hacia el templo principal donde los hermanos capuchinos le
rindieron homenaje con una misa, tras lo cual, en medio de aplausos, el féretro
fue trasladado a la ciudad de Santa Cruz donde será su morada final.
“Yo
recuerdo del funeral de su padre, pero el ingeniero Gustavo era un hombre
bueno”, dice un vecino de 75 años de edad que vive en el barrio Santa Rosa. “Gustavo
tenía la pasta de servir a la gente sin ningún tipo de interés mezquino, a
Minero siempre le tendió la mano”, opina a su vez el comunicador social Ronald
Bernal, quien asegura haber sido amigo personal del difunto, añadiendo que “se
va a sentir mucho el vacío que deja”.
Por
su parte el encargado de las relaciones externas de la Corporación Unagro,
Lic. Miguel Montero, resume su sentir con estas palabras: “Gustavo tenía ese
carisma de que cuando alguien terminaba de hablar con él, salía más optimista
[para enfrentar la vida]. Gustavo nos deja un legado de trabajo, de fortaleza,
de transparencia, de amor, de amistad”. El personero también expresa su
gratitud por muestras de cariño y el afecto “de su Minero querido” manifestadas en el funeral
del miércoles.
En
la misa celebrada en su memoria en la Iglesia de San Isidro el sacerdote
principal se ha emocionado al recordar “las cosas buenas” del Ing.
Gustavo. “Aquí también está la mano de él”, dice en alusión a la construcción
del nuevo templo católico, cuya edificación se hizo con donaciones de la
familia Barbery Paz cuando el difunto era presidente de la Corporación Unagro. Fue quizás su mayor contribución social a esta comunidad.
A
la izquierda, foto del 23/1/2010, día en que se estrena el nuevo templo y el
Concejo entrega un
reconocimiento al benefactor. A la derecha, hubo mujeres que
tocaron el ataúd del Ing. Gustavo.
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