Arriba, una madre se entera de que no podrá cobrar porque su bebé no aparece en el sistema. |
Las
dos facciones del MAS-IPSP protagonizan un duelo verbal reclamando para sí el derecho
propietario del bono “Juana Azurduy de Padilla” en Minero, mientras centenares
de mujeres embarazadas y otras con sus bebés a cuestas se asolean peregrinando
de mesa en mesa con la ilusión de cobrar 50 y 120 bolivianos, respectivamente.
Este
evento de carácter social hubiera sido una buena oportunidad para que los dos
bandos del Movimiento al Socialismo dejaran a un lado sus diferencias políticas
y se pusieran a trabajar juntos, más que todo por los niños pobres, pero una
vez más quedó de manifiesto que, en las actuales circunstancias, la “reunificación”
de esa fuerza política es inviable.
La
voracidad política de cada uno de ellos no tardó en manifestarse. “El concejal
Valerio siempre se agarra de los logros de Guamán pero él nunca quiso a las
Juanas”, decía el concejal de los masistas disidentes en radio Melodía,
mientras que en otra radio que es funcional al gobierno municipal el oficial mayor
felicitaba a los concejales Ruddy, Valerio y Chiquitín “por unirse en beneficio del pueblo” y sin nombrarlo
cuestionaba a Guamán “por hacer campaña política”. Por supuesto, según
Carrillo, el gestor para que este proyecto social haya llegado a Minero “es el
concejal Valerio”.
Pero
mientras unos y otros se disputaban espacios de poder, la peregrinación de las
madres (la mayoría de ellas de condición humilde) gradualmente se había
convertido en un calvario porque no solo tuvieron que recorrer hasta siete mesas
distintas sino que en cada una de ellas tuvieron que ir de computadora en
computadora llenando formularios en un vía crucis indignante. No se observó
ninguna consideración con las mujeres embarazadas que tuvieron que estar de pie
durante largas horas y no hubo nadie que les alcanzara un vaso de agua o un
médico que les preguntara por su estado de salud. El cronista del blog
HoyMinero se plantó durante una hora en una de las mesas a fin de controlar el
avance de la cola y pudo ver que en ese lapso de tiempo esta no avanzó ni un
metro, en un cuadro estresante difícil de explicar porque hay que estar en los
zapatos de una mujer embarazada para saber lo que significa estar de pie seis o
siete horas seguidas. Había sillas y toldos, pero eran para las funcionarias
que manejaban las computadoras portátiles.
A
Wicho se lo vio merodeando por el
lugar, igual que a Guamán, este último tratando de mostrarse como el actor
principal del espectáculo, mientras en las puertas del Palacio Consistorial los
jerarcas de la alianza municipal y el concejal que siempre les hace los dos
tercios departían a carcajadas con medios de prensa funcionales a la Alcaldía,
ajenos al padecimiento de las mujeres que esperaban estoicamente en las filas.
Se
vio también mucha desorganización y confusión porque con tantas mesas y
computadoras las mujeres no sabían dónde empezar el trámite. Algunos
funcionarios municipales aprovecharon el evento para darse el día libre mientras
que otros, más conscientes como el Prof. Rojas, se esmeraban tratando de
orientar a las mujeres. Por la mañana en una radioemisora un concejal había
anunciado “almuerzo para todas las mujeres”, pero no hay evidencias de que esa
comida hubiera llegado.
“La
mamá beneficiaria es aquella que está en el sistema, la mamá que no esté en el
sistema no va a recibir ahora el bono”, se oyó decir con frialdad a uno de los
concejales masistas. Poco importaba si esos cincuenta o ciento veinte
bolivianos eran la diferencia entre comer o pasar hambre, aun si se asumiera
que este bono sirve para algo. De hecho, hubo mujeres que se fueron con las
manos vacías.
Fuera de la política hubo una jornada distinta ya que la plaza central se llenó de vida, el llanto de los bebés, la gran cantidad de niños. El resto es patético, y lo que podía haber sido un evento de alto contenido humano y solidario que hiciera honor a la filosofía del “Vivir bien” que imprime el presidente Evo Morales, acabó convirtiéndose en un vía crucis para las mujeres por culpa de dos o tres politiqueros, haciendo quedar mal al proceso de cambio.
Fuera de la política hubo una jornada distinta ya que la plaza central se llenó de vida, el llanto de los bebés, la gran cantidad de niños. El resto es patético, y lo que podía haber sido un evento de alto contenido humano y solidario que hiciera honor a la filosofía del “Vivir bien” que imprime el presidente Evo Morales, acabó convirtiéndose en un vía crucis para las mujeres por culpa de dos o tres politiqueros, haciendo quedar mal al proceso de cambio.
Interminables colas para poder cobrar bonos de 50 y 120 bolivianos. |
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