jueves, 27 de septiembre de 2012

Peleas intestinas en el MAS devalúan el bono “Juana Azurduy” en Minero

Prima el afán político y no el interés en el ser humano – Mujeres embarazadas tienen que hacer varias colas por largas horas llenando formularios – Hubo mujeres pobres que se fueron con las manos vacías.

Arriba, una madre se entera de que no podrá cobrar porque su bebé no aparece en el sistema.

Las dos facciones del MAS-IPSP protagonizan un duelo verbal reclamando para sí el derecho propietario del bono “Juana Azurduy de Padilla” en Minero, mientras centenares de mujeres embarazadas y otras con sus bebés a cuestas se asolean peregrinando de mesa en mesa con la ilusión de cobrar 50 y 120 bolivianos, respectivamente.
Este evento de carácter social hubiera sido una buena oportunidad para que los dos bandos del Movimiento al Socialismo dejaran a un lado sus diferencias políticas y se pusieran a trabajar juntos, más que todo por los niños pobres, pero una vez más quedó de manifiesto que, en las actuales circunstancias, la “reunificación” de esa fuerza política es inviable.
La voracidad política de cada uno de ellos no tardó en manifestarse. “El concejal Valerio siempre se agarra de los logros de Guamán pero él nunca quiso a las Juanas”, decía el concejal de los masistas disidentes en radio Melodía, mientras que en otra radio que es funcional al gobierno municipal el oficial mayor felicitaba a los concejales Ruddy, Valerio y Chiquitín “por unirse en beneficio del pueblo” y sin nombrarlo cuestionaba a Guamán “por hacer campaña política”. Por supuesto, según Carrillo, el gestor para que este proyecto social haya llegado a Minero “es el concejal Valerio”.
Pero mientras unos y otros se disputaban espacios de poder, la peregrinación de las madres (la mayoría de ellas de condición humilde) gradualmente se había convertido en un calvario porque no solo tuvieron que recorrer hasta siete mesas distintas sino que en cada una de ellas tuvieron que ir de computadora en computadora llenando formularios en un vía crucis indignante. No se observó ninguna consideración con las mujeres embarazadas que tuvieron que estar de pie durante largas horas y no hubo nadie que les alcanzara un vaso de agua o un médico que les preguntara por su estado de salud. El cronista del blog HoyMinero se plantó durante una hora en una de las mesas a fin de controlar el avance de la cola y pudo ver que en ese lapso de tiempo esta no avanzó ni un metro, en un cuadro estresante difícil de explicar porque hay que estar en los zapatos de una mujer embarazada para saber lo que significa estar de pie seis o siete horas seguidas. Había sillas y toldos, pero eran para las funcionarias que manejaban las computadoras portátiles.
A Wicho se lo vio merodeando por el lugar, igual que a Guamán, este último tratando de mostrarse como el actor principal del espectáculo, mientras en las puertas del Palacio Consistorial los jerarcas de la alianza municipal y el concejal que siempre les hace los dos tercios departían a carcajadas con medios de prensa funcionales a la Alcaldía, ajenos al padecimiento de las mujeres que esperaban estoicamente en las filas.
Se vio también mucha desorganización y confusión porque con tantas mesas y computadoras las mujeres no sabían dónde empezar el trámite. Algunos funcionarios municipales aprovecharon el evento para darse el día libre mientras que otros, más conscientes como el Prof. Rojas, se esmeraban tratando de orientar a las mujeres. Por la mañana en una radioemisora un concejal había anunciado “almuerzo para todas las mujeres”, pero no hay evidencias de que esa comida hubiera llegado.
“La mamá beneficiaria es aquella que está en el sistema, la mamá que no esté en el sistema no va a recibir ahora el bono”, se oyó decir con frialdad a uno de los concejales masistas. Poco importaba si esos cincuenta o ciento veinte bolivianos eran la diferencia entre comer o pasar hambre, aun si se asumiera que este bono sirve para algo. De hecho, hubo mujeres que se fueron con las manos vacías.
Fuera de la política hubo una jornada distinta ya que la plaza central se llenó de vida, el llanto de los bebés, la gran cantidad de niños. El resto es patético, y lo que podía haber sido un evento de alto contenido humano y solidario que hiciera honor a la filosofía del “Vivir bien” que imprime el presidente Evo Morales, acabó convirtiéndose en un vía crucis para las mujeres por culpa de dos o tres politiqueros, haciendo quedar mal al proceso de cambio.

Interminables colas para poder cobrar bonos de 50 y 120 bolivianos.

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