viernes, 4 de mayo de 2012

TIPNIS, ahora más que nunca

MADRE TIERRA | Un poder invisible parece subyugar a ministros, senadores, diputados y al propio Jefe de Estado, de otra manera no se entiende cómo es que pretendan construir una carretera sin importarles que se viole la Constitución o que se destruya un patrimonio natural de la humanidad.



27 de abril de 2012.- Un grupo de indígenas llega a Trinidad donde cientos de nativos de la Amazonía boliviana comenzaron su segunda marcha hacia a La Paz en menos de un año, para rechazar la construcción de una carretera a través del Tipnis. Foto EFE
El presidente Evo Morales Ayma está perdiendo la oportunidad de que las generaciones venideras lo recuerden como el estadista que evitó la destrucción del Tipnis.
Podía haberlo hecho, pero, según parece, la voluntad de los cocaleros y las ‘bartolinas’ es más determinante que su declarada devoción por la Pachamama. En alguna ocasión él lo había manifestado claramente: “Yo me atrevo a decir que primero están los derechos de la Madre Tierra y después los derechos humanos”. Pero el respeto a la Madre Tierraes más que simplemente rendirle culto con k’oas y sangre de llama, y porque además la Pachamamano significa lo mismo en el Altiplano que en el Oriente.
Quizás el error del Presidente es que no escucha con el corazón. Si escuchara con el corazón hace tiempo, de un solo tajo, él hubiera declarado la intangibilidad del Parque Nacional Isiboro Sécure; no hubiera dejado que los pueblos indígenas fuesen apaleados en Yucumo ni hubiera permitido, ahora, que se lleve a cabo este embuste al que hipócritamente denominan “consulta previa”.
Por eso, el ciudadano de cociente normal se confunde, le cuesta entender cómo su presidente es capaz de hacer una férrea defensa mediática de la Madre Tierra en los foros internacionales y, a la semana siguiente, de regreso en el Palacio Quemado, transformarse en un depredador más de la naturaleza.
Evo, en el fragor del conflicto, siempre dejó clara su intención: “La carretera va, quieran o no quieran”, se le oyó decir a menudo en apasionados discursos que eran rabiosamente aplaudidos por los movimientos sociales afines a su gobierno.
Asimismo en la marcha de 2011 el gobierno criminalizó a los indígenas con sindicaciones de todo calibre, incluso vinculándolos con Sánchez de Lozada y con la Embajada de Estados Unidos, y tras la promulgación de la Ley del Tipnis el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, se encargaría de abrir la caja de Pandora y sacar a luz las conexiones de algunos dirigentes indígenas con empresas madereras, conexiones que, según parece, habían generado una industria millonaria con el turismo ecológico y la explotación de la madera.
Y serían otras fuentes no oficiales las que revelarían, al mismo tiempo, que corporaciones transnacionales habían convertido el Tipnis poco menos que en otro Huanchaca, con toda la cocaína que eso supone. Y donde se produce cocaína se produce coca.
Ahora que la segunda marcha del Tipnis ha comenzado, el gobierno del MAS recurre a todos los medios disponibles (mediáticos, políticos y de inteligencia) para dividir a los indígenas, y ha logrado, a fuerza de dádivas, que algunos sectores acepten la carretera. Hay una guerra sucia contra los dirigentes de la CIDOB.
La mayoría de nosotros no conoce el Tipnis; otros han visto postales paradisíacas en la televisión; pero quizás algunos leyeron el Libro Rojo (editado, aunque suene irónico, por el propio gobierno) que muestra el peligro de extinción en que se encuentran varias especies de peces, aves, mamíferos y reptiles en el territorio indígena.
A estas alturas, el debate nacional sobre el Tipnis avanza hacia un desenlace que nadie quisiera predecir, sobre todo desde que Evo Morales decide revisar la Ley del Tipnis (que él mismo había firmado con su puño y letra) y convoca a una “consulta previa” tras la marcha del Conisur protagonizada por colonizadores cocaleros adeptos al régimen. Durante unas semanas el parque fue “intangible” y no iba a atravesarlo ninguna carretera maldita. Pero una vez más los cocaleros y las ‘bartolinas’ toman la palabra, y estos sectores adeptos ya han demostrado que, si se lo proponen, pueden hacer arder el país. Son depredadores por naturaleza, igual que esas dos señoras elegantes que conducen la Asamblea LegislativaPlurinacional y que parecen no tener conciencia alguna de que la escasa fauna y flora que queda en nuestro planeta se encuentra precisamente en Bolivia. En las mentes de algunos ministros “revolucionarios” solo cabe la tesis del desarrollismo puro al precio que sea, así tengan que arrasar con todos los parques naturales que quedan, como lo haría cualquier neoliberal. Así es como llevan a cabo su “descolonización”.
Sin embargo, el camino no será fácil. Puede que al final el MAS-IPSP logre dividir a los pueblos indígenas (como ya lo ha hecho); puede que incluso haya dirigentes corruptos en la CIDOBque hicieron negocios con los madereros a precio de gallina muerta. Lo que el régimen no va a poder hacer es torcer esa conciencia que ha venido propagándose como un alud tras la primera marcha de los indígenas. Es una conciencia nacional. Es como un muro protector en torno no solo al Tipnis sino a todos los parques nacionales. Su conservación es cuestión de vida o muerte ahora más que nunca. La Revolución Democrática y Cultural podrá llegar con sus máquinas avasalladoras al núcleo del Tipnis y comenzar a abrir la carretera, pero en el último momento (el momento crucial) habrá hombres y mujeres que se pondrán de pie frente a las máquinas depredadoras y les ofrecerán resistencia, igual que en la película Avatar. Así lo hizo Chico Mendes en Brasil.
Será, entonces, esa conciencia nacional la que deba levantarse como un solo ejército a fin de defender a la Madre Tierra de la barbarie.

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