sábado, 30 de junio de 2012

Nada sensibiliza al régimen gobernante, ni siquiera el martirio de una bebé indígena

El velatorio de Karen Yesenia en un campamento indígena instalado en la ciudad de La Paz.
Karen Yesenia se llamaba la niña que falleció hace poco el día en que la marcha de los indígenas del Tipnis llegó a la ciudad de La Paz. Versiones de prensa indican que el gas pimienta que los policías lanzaron a los indígenas para impedirles el ingreso a la Plaza Murrillo habría provocado el deceso de la inocente beba, de tan solo seis meses de edad. Ahora, su cuerpo pequeño está envuelto en una bandera de patujú. Marcia y Rosauro, sus padres, lloran a su lado y no quieren creer que su lucha para defender el Tipnis les haya pedido un sacrificio tan grande. Sin embargo, lo que más indigna es la indolencia de algunas autoridades del gobierno nacional, sobre todo de algunas ministras que, sometidas al poder como están, amordazadas como están, salen a defender ciegamente el “proceso de cambio”, ignorando el sacrificio de los indígenas del Oriente que lo único que quieren es que no les destruyan su hábitat natural, su casa, tal como establece la Ley 180 que declara intangible el Territorio Indígena Parque Nacional “Isiboro Sécure”, pero que ahora quieren borrar con el codo lo que firmaron con la mano imponiendo una ley maldita de consulta (que cínicamente llaman “previa”) con el objetivo de construir una carretera por el medio de ese parque natural. Culpan esas ministras a la madre de Karen Yesenia dizque “por haberla sacado de su hábitat natural”, desconociendo el principio universal según el cual nadie tiene derecho a separar a una madre de su hija. Pero los muertos no importan, así sean niños inocentes, la carretera va sí o sí, aunque se tenga que destruir una reserva natural, así como se hizo con el Chapare y se está haciendo con la reserva del Chore. “¿Dónde están los muertos?”, pregunta Su Excelencia con toda la dureza de corazón de la que es capaz, cegado por el odio a la derecha y a los que no piensan como él. Pero no es necesario matar con armas de fuego, también se puede matar con gas pimienta como aparentemente ocurrió con la beba indígena. Con Karen Yesenia ya son varios los niños muertos en defensa del Tipnis. La muerte de la beba ha tocado el alma de la opinión pública. Es la nueva mártir de la rebelión indígena. En medio del velorio de la pobre niña, el gobierno seguía desarrollando una campaña propagandística inmisericorde en contra de Adolfo Chávez, Fernando Vargas y Berta Bejarano, los líderes de la macha del Tipnis. Están decididos a imponer como sea una consulta que hipócritamente llaman “previa”, así tengan que morir más niños inocentes. Ya dieron el primer paso con un comedido fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional que, como todo el mundo sabe, está compuesto por magistrados afines al partido gobernante. Quizás sigan consiguiendo adherentes que, como ellos, no creen en Dios y por lo tanto no tienen ninguna conciencia sobre la ecología y el medio ambiente. Pero hay algo que está claro: lo que el régimen nunca podrá conseguir es torcer esa conciencia que ha venido propagándose como un alud al paso de la marcha de los indígenas. Es una conciencia nacional. Es como un muro protector en torno no solo al Tipnis sino a todos los parques nacionales. Su conservación es cuestión de vida o muerte hoy más que nunca. La Revolución Democráticay Cultural podrá llegar con sus máquinas avasalladoras al núcleo del Tipnis y comenzar a abrir la carretera, pero en el último momento (el momento crucial) habrá hombres y mujeres que se pondrán de pie frente a las máquinas depredadoras y les ofrecerán resistencia, igual que en la película Avatar. Así lo hizo Chico Mendes en Brasil. Será, entonces, esa conciencia nacional la que deba levantarse como un solo ejército a fin de defender a la Madre Tierra de la barbarie.

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