POR EL VIGILANTE
El
gobierno municipal acaba de adquirir un tractor y un aparatejo para desmalezar
a un precio de casi 450 mil bolivianos, o sea, más de sesenta mil dólares
americanos. Aseguran que esta maquinaria beneficiará principalmente a las
comunidades rurales de Minero. No se hacen problema por el precio, ya que la
plata no sale de su bolsillo, y el tema que preocupa ahora es que de aquí en
adelante probablemente no haya quién controle su uso, porque esta máquina puede
ser usada indebidamente, de hecho, los políticos podrían utilizarlo para
realizar trabajos en las tierras de su propiedad (o las que tienen a nombre de
sus parientes) o en las tierras de sus padrinos o correligionarios, y nadie
dirá nada ya que el Comité de Vigilancia no tiene tiempo para estas cosas y los
concejales andan en otros afanes. Han gastado casi medio millón de bolivianos
en un tractor. Al mismo tiempo, existe otro tractor –el tractorcito lo llaman– que
se encuentra desaparecido desde hace varios meses. Lo llevaron a un taller de
la capital cruceña y de ahí no se supo más; simplemente desapareció. El
ejecutivo municipal afirma que hizo la denuncia en Diprove y en la FELCC, pero no ha mostrado
pruebas de ello, peor aún, de que algún fiscal le esté dando atención a este
asunto, pese a la clarísima figura de daño económico al Estado. Pero si acá
gobernara un alcalde opositor, ¡guay! de nosotros, hubieran venido hace rato a
sentarle la mano aplicando el Art. 144 de la Ley de Autonomías así como lo han hecho en otros
municipios, tumbando alcaldes hasta por cosas tan ridículas como la compra de
mil litros de diesel o el alquiler de una fotocopiadora. Y no se trata aquí de
insinuar que alguien sea culpable o inocente, simplemente nos hacemos la misma pregunta
que se hacen los vecinos, y es que son tantas cosas las que suceden en nuestro
pueblo y que en Santa Cruz de la
Sierra nadie se dé por enterado, da para pensar, ¿no? La
respuesta parece obvia: porque tienen todo copado, la Fiscalía, el Ministerio de
Transparencia y la
Contraloría, estas instituciones tienen una guillotina formidable por su eficiencia y capacidad de demolición, pero solo la utilizan en
municipios opositores o para castigar a algún alcalde masista que se esté
“desviando” del proceso de cambio. A los alcaldes oficialistas o sus aliados ni los
miran. Al paso que vamos, puede que un día de estos el estadio de fútbol
termine desplomándose así como se desplomó el tinglado del barrio Unagro, o que el pavimento de Villa Mary termine abandonado, o que el alcantarillado sanitario termine siendo un fracaso por la voracidad política, pero
será como si nada hubiera pasado, y todo seguirá igual. Se los aseguro.
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