viernes, 5 de abril de 2013

Mujeres de Alianza defienden solas el territorio que aún nos queda

El dirigente local Eloy Salazar se trenza a golpes con un sujeto del bando que pretendía ocupar Alianza.

Una multitud masista traída desde Fernández Alonzo intentó anexarse Alianza – Nadie apareció para defender nuestro territorio – Alcalde y oficial mayor pedían “paciencia” mientras las huestes invasoras ocupaban el pueblo – El Comité Cívico no apareció nunca – Los concejales llegaron cuando todo había pasado - Carrillo le dijo “burra” e “irresponsable” a la alcaldesa Angelina Vargas – La acusa de malversación de fondos – Anuncia que ella será puesta ante un juez cautelar “en una semana” – Comité de Vigilancia cuestiona al Comité Cívico por no plantar el mojón en Alianza – Mujeres ofrecen sus polleras y faldas a los concejales y al presidente cívico – “Nos dejaron solas; no tienen pantalones”, les dicen

Las mujeres de Alianza se pusieron en la trinchera de la resistencia civil en defensa del territorio de Minero. El 3 de abril centenares de vivientes de Fernández Alonzo comandados por su alcaldesa penetraron hasta la cabaña Doris e intentaron plantar allí un mojón con el objetivo de sentar soberanía y anexarse Alianza. No lo consiguieron.
Una hora antes el fiscal de la FELCC, Raúl Vaca, había efectuado una audiencia en el sitio que delimita Alianza y Cuatro Ojitos. Allí se pudo evidenciar que la Alcaldía de Minero había destruido unas cañerías de agua potable que venían desde Cuatro Ojitos, razón de sobra para que las autoridades de ese municipio sentaran una demanda penal en contra del alcalde Freddy Rivero y otras cuatro personas (Michel, Eloy Salazar, el subalcalde de Alianza y Canavacho) por daño económico al Estado, atentado a la salud pública y racismo.
En la audiencia los abogados de ambas partes expusieron sus posiciones, el abogado demandante aseguró que las autoridades minereñas habían cometido un “delito atroz”, pero el fiscal optó por una salida prudente aconsejando a los dos alcaldes a sentarse en la mesa del diálogo con el fin de resolver el diferendo limítrofe.
Pero una hora después una multitud en actitud provocadora y desafiante llegó desde Fernández Alonzo y tomó posición del cruce donde está la cabaña Doris, o sea, donde se supone que es territorio minereño.
“Si el fiscal atiende nuestra demanda por malversación de fondos la alcaldesa de Fernández Alonzo será puesta ante un juez cautelar en una semana”, avisaba en ese momento el oficial mayor de la Alcaldía de Minero, Osberth Carrillo. El jerarca municipal no ahorró adjetivos para referirse a su correligionaria la Dra. Angelina Vargas. “Esta mujer no tiene materia gris […] es una irresponsable”, dijo Carrillo. Incluso la llamó “burra” porque en la inspección se observó que el agua que filtraba por las cañerías rotas venía desde el tanque de Cuatro Ojitos y no al revés, como señalaba la denuncia.
Según Carrillo, se trata solo de un show político que la Dra. Angelina habría armado con el objetivo de recuperar su popularidad en vista de que en 2012 se habría “aplazado”.
El alcalde Freddy Rivero y los vecinos de Alianza se encontraban reunidos en un galpón construido al lado del tanque del proyecto “Mi Agua I” que sigue inconcluso. Allí las autoridades minereñas pedían paciencia y calma a las mujeres de la comunidad mientras a dos cuadras de distancia los “avasalladores” hacían reventar petardos y lanzaban vítores desafiantes. Lo que es peor, la intención de plantar un mojón allí.
Las mujeres querían guerra, querían salir a defender su territorio, no entendían cómo sus autoridades permanecían de brazos cruzados en una situación tan crítica e incluso amenazaron con tomar de rehén al burgomaestre minereño hasta que llegaran refuerzos desde Minero. Esos refuerzos nunca llegaron.
Entonces cerca de la 1 de la tarde muy a su pesar las autoridades minereñas se vieron obligadas a comandar la resistencia y junto a las mujeres se dirigieron al sitio donde se encontraba la turba. Los fernandeños los recibieron con barro, patadas y puñetes y el alcalde de Minero apareció en medio de una avalancha humana que casi lo deja sin aire, por lo que optó por alejarse mientras Eloy Salazar, dirigente del comité de agua, se trenzaba a golpes con un campesino del bando contrario.
A lo lejos el ex alcalde Francisco D’Alencar miraba los acontecimientos mientras se refrescaba chupando naranjas. Paradojas de la vida, ya que habría sido él quien, atendiendo intereses geopolíticos de su partido el MNR, años atrás impulsara un confuso acuerdo para que Alianza quedara en el limbo legal sin saber si pertenecía a Minero o a Fernández Alonzo.
En medio de la avalancha masista el oficial mayor Osberth Carrillo intercambiaba epítetos con su colega y correligionario Franz Galter.
Valientes las mujeres de Alianza quienes a pesar de su pobreza tuvieron la lucidez mental para entender que por encima de todo está la defensa de un territorio que históricamente le pertenece a Minero pero que por la tramoya política hoy aparece en un cuello de botella legal como tantos otros diferendos limítrofes a lo largo y ancho del territorio nacional.
Valientes y valerosas porque ellas tuvieron que resistir prácticamente solas este nuevo intento de penetración territorial. No contaron ni siquiera con el apoyo moral de los concejales ya que estos se habían ido a almorzar luego de la audiencia con el fiscal, en tanto que la promesa de los dirigentes del Comité Cívico de plantar el mojón ese mismo día nunca se cumplió porque ellos nunca aparecieron por el lugar.
Cuatro concejales llegaron al lugar del enfrentamiento cuando ya todo había pasado (los había ido a traer el presidente del Comité de Vigilancia) y las autoridades vecinas se habían llevado a su gente en camiones y camionetas tras declarar un “cuarto intermedio”.
Tan escasa vocación por defender el territorio minereño no pasó inadvertida por las mujeres de esa comunidad. “Dónde se metió usted, le voy a prestar mis calzones”, le dijo una mujer a uno de los concejales masistas de la Tercera Sección Municipal. Otra mujer se refirió al presidente del Comité Cívico en estos términos: “Este señor se sacó las pantalones, cuando venga a Alianza lo voy a esperar con falda o con pollera y se la voy a poner para que aprenda en otra a ser hombre y a cumplir su palabra”.
El alcalde se apresuró a hacer cuentas y dijo: “De Minero no éramos más que cuatro: yo, mi mujer, el oficial mayor y el chofer”. Esto molestó al concejal Ruddy Rodríguez quien off the record soltó una frase muy sugestiva: “Freddy no puede decir eso en medio de la calentura. Esas mujeres podían habernos hecho cualquier cosa. Este alcalde no va más”.
El corregidor Ronald Chávez, que también había llegado después de los sucesos, desde su silla de ruedas prometió “200 o 300” minereños enviados por el Comité Cívico para hacer vigilia día y noche en Alianza. Nadie le creyó. Carrillo lo increpó diciendo que los refuerzos hay que traerlos, no prometerlos.
El intento de ocupación de Alianza finalmente había sido frustrado por las mujeres de esa comunidad. A Dios gracias que la sangre no llegó al río fuera de algunos amagos de pugilato y de unos seis o siete policías que no sabían a cuál de los dos alcaldes hacer caso. De vuelta a casa se pudo ver a los concejales Valerio Rodríguez y Límber Guamán caminando casi de la mano, dejando ver lo que parece ser el motivo real detrás de este lío: la pulseta entre el senador Isaac Ávalos y el diputado Edwin Tupa.

En las imágenes se observa la audiencia con el fiscal en el límite Alianza-Cuatro Ojitos, los momentos de sofocón del alcalde Freddy Rivero con los vecinos de Alianza, campesinos fernandeños que fueron traídos en camiones y los concejales Valerio y Guamán caminando juntos por ese pueblo.  

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