lunes, 26 de marzo de 2012

El estado de la “reingeniería”

Se suponía que la coalición municipal MIR-MNR-MAS iba a guiar al pueblo en la construcción de la ciudad modelo que anhelamos los minereños. Y que al hacerlo, esas autoridades debían mostrar por lo menos algo de sentido común.
El ex alcalde Francisco d’Alencar en el palco de honor
de la alianza municipal MIR-MNR-MAS.
El pueblo de Minero asiste en el último tiempo a una secuencia de eventos cotidianos en los que la política criolla continúa haciendo de las suyas, como lo hizo hace diez años, como lo hizo siempre, sin importar siglas, colores, ideologías ni consignas mediáticas disfrazadas de ama qhilla, ama llulla y ama suwa.
Y en medio de la frustración vemos a un alcalde con escaso poder de decisión y que por tal motivo ha dejado a su oficial mayor en libertad de acción con la urgencia de prolongar su estadía en el sillón más codiciado del municipio. Estadía que no pudo acortar ni siquiera el diputado de la C-56 pues fueron los agentes de su propio Instrumento Político los que se encargaron de frenar la aplicación del Art. 144 de la Ley Marcode Autonomías. O sea, en este municipio el MAS-IPSP aplica la ley a su conveniencia.
Pero volviendo al tema, resulta difícil soslayar el papel del gobierno municipal a la hora de analizar nuestro presente. Se suponía que ellos iban a guiar al pueblo en la construcción de la ciudad que anhelamos la mayoría de los minereños. Y que al hacerlo, esas autoridades debían mostrar sabiduría práctica o por lo menos algo de sentido común.
Sin embargo, ¿qué resultado se puede esperar de la mentada “reingeniería” en la Alcaldía si la gente con la que pretenden hacerla funcionar es la gente que siempre vivió de la política? ¿Por qué las instituciones cívicas han permitido que el oficial mayor contrate a un alarmante número de profesionales de Montero y Santa Cruz? ¿Por qué no se da prioridad a los profesionales minereños? ¿Por qué un alcalde con tanta experiencia en la política no se ha rodeado de gente idónea y comprometida con su pueblo sino que en vez de ello ha dado espacio a oportunistas, paracaidistas y charlatanes de toda estirpe?
Lo que resulta es un cuadro irrisorio pues resulta que el que gobierna no es el alcalde sino el oficial mayor, un charlatán de la política al que, según dijera en su momento Zenón Soto, la militancia del MAS lo había sacado a patadas de Montero pero que hoy se encuentra nada menos que comandando la alianza municipal al amparo de la Dirección Seccional del MAS-IPSP, una entidad que dicho sea de paso desde 2008 no tiene mando legal ni legítimo.
“Lamentablemente en Minero el que gobierna no es el alcalde sino el oficial mayor”, dice al respecto el concejal Darwin Flambury. O sea, el que gobierna es el MAS.
Así, como resultado de ello, lo que tenemos es una Alcaldía dejada al azar y al libre albedrío del susodicho personaje en cuya oficina cuelga, además del retrato de Evo Morales, el código del ama quilla, ama llulla y ama suwa, pero que hasta ahora no ha tenido el coraje de aplicarlo en la administración municipal. Es más, según parece el oficial mayor no tiene autoridad sobre los funcionarios municipales. Hay versiones extraoficiales acerca de incidentes con algunos dependientes miristas en los que habría habido puñetazos que, si no llegaron a destino, fue por la mala puntería. “Algunos dicen que yo paro a vueltas por la oficina sin hacer nada, y es verdad, pero no es mi culpa, ya que cuando me designaron no me dieron el manual de funciones; así que si no hago nada es porque no sé cuáles son mis funciones”, confiesa un empleado municipal que pide el anonimato. Consultado al respecto el jefe de dicha unidad, él simplemente responde: “Cómo le voy a dar una función a ese funcionario si su cargo no existe en ninguna parte del nuevo organigrama”. “Que el oficial mayor no se meta conmigo”, advierte el funcionario antes citado mientras observa cómo, a las 4 y media de la tarde de un día viernes, la secretaria de esa unidad municipal da por concluida la jornada de trabajo dejando la oficina cerrada con candado, y se va a su casa.
Osberth Carrillo suele alardear de un supuesto feelingcon el temido ministro Juan Ramón Quintana, pero ni siquiera eso provoca una pizca de miedo entre los empleados ediles.
Este es solo un ejemplo de cómo la política puede echar por la borda la mejor de las reingenierías. Y lo que resulta es una gestión municipal absolutamente caótica, lenta y burocrática.
Una vez más, al asumir el 31 de mayo de 2010 las nuevas autoridades municipales tenían la gran oportunidad de sacar a Minero del desastre que había dejado Braulio Mamani. No fue así.
Porque de nuevo se comete el error de designar como Oficial Mayor a un ciudadano que no es de Minero y que por lo tanto jamás defenderá los intereses de nuestro pueblo. O sea, no hemos aprendido las lecciones de la historia reciente. Pero no solo eso, ya que también se incurre en errores administrativos que pueden considerarse lesivos al Estado como designar a personas que no son competentes en algunas áreas municipales, en contradicción con el Art. 157 de la Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz. Es el caso del Sr. Taquiña, quien fungía como Fiscal de Obras el día que colapsó un tingado del Prome en 2010.
Párrafo aparte para los casos de nepotismo que llegaron a ser vox populi, tres de las cuales hubieran sido fácilmente comprobadas si el ilustre concejal autonombrado “guardián” de la lucha contra la corrupción, el Sr. Valerio Rodríguez, hubiera tenido la real voluntad de hacerlo. Pero no lo hizo, pese a que en sus propias narices había una secretaria cuyo concubino trabajaba en la administración central. O los dos hermanos D’Alencar, uno Intendente y el otro a cargo de la “Oficina del Proceso Autonómico”, a vista y paciencia de aquellos que hacen flamear la wiphala o que cantan el Himno Nacional con el puño izquierdo en alto. O el caso de una funcionaria de Finanzas y su marido, cuya rúbrica aparece en un documento oficial en calidad de Técnico Municipal. Eso, sin mencionar a algunos funcionarios a quienes los vecinos identificaban como parientes en segundo grado de dos autoridades ediles.
Sin embargo, esto no ha hecho mella en los dos representantes del Movimiento al Socialismo, pero más que todo en el concejal que sostiene la alianza MIR-MNR-MAS y por tanto sobre quien pesa toda la responsabilidad de velar por la reputación del “compañero” Evo Morales.
Si a las debilidades de la gestión municipal se suma la falta de voluntad política del MAS para luchar contra la corrupción, entonces los índices de desgaste del alcalde mirista irán en aumento progresivo, a no ser que sea eso lo que se esté buscando precisamente, con el fin de lograr una transición “no violenta” el día que un fiscal decida aplicar el Art. 144.
Y basta una observación somera para darnos cuenta de que la “Transparencia traducida en obras” es solamente una pancarta mal copiada en el Facebook, porque la realidad del municipio es otra, un oficial mayor al que se ha dado el poder de hacer y deshacer, una presidenta del MAS sin derecho a voz ni voto, el mirismo en su vieja lógica de pactar con cualquiera y el presidente del Concejo cumpliendo en silencio y eficientemente su rol de hacer “cuadrar” todo lo que llega del Ejecutivo, menoscabando así la independencia del órgano deliberante -tal cual lo hizo en la gestión de Braulio Mamani-, trampa en la que también cae Chiquitín ya sea por ingenuidad, por cálculo político o porque finalmente es más fácil cerrar los ojos y hacerle la venia al Sr. Alcalde que ser opositor.
Sea como sea, el transitar de nuestro municipio parece hoy librado al azar, a la mera espontaneidad de las circunstancias o al voluntarismo de dos o tres funcionarios ediles que, desde su puesto de trabajo, le están poniendo empeño a la cosa, mientras los demás hacen lo que les da la gana, directores que no obedecen a nadie y que llegan al trabajo a las diez u once de la mañana, jefes de unidad faltos de iluminación y por tanto encerrados en sus propias limitaciones, Taquiña -sin oficio ni beneficio- ganando igual que un profesional titulado, secretarias flirteando por teléfono celular o tomando cafecito en las narices del oficial mayor, concejales de papel cobrando Bs 5.820 por asistir a cuatro reuniones de dos horas al mes, en síntesis, un municipio librado a su suerte, sin proyecto, sin conductores, sin norte, como hace diez años, como lo fue siempre.

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